¡Verdaderamente ha resucitado! Traduzcamos nuestra alegría en servicio. ¿Por qué no comprometernos a ayudar a nuestra familia o amigos en cosas específicas? Seamos generosos en la entrega. Ofrezcamos nuestra ayuda a aquellos que lo necesitan.
Pongamos nuestra fe en obras, para que se vea que no somos cristianos de “palabra” sino de obras.
Anuncios
Responder